Durante todo el año, la puesta a punto de un automóvil es esencial. De manera especial, la Dirección General de Tráfico (DGT) hace hincapié en el denominado triángulo de la seguridad activa. El mismo está conformado por neumáticos, frenos y suspensiones. Y su mantenimiento es primordial para circular con seguridad.
¿Qué diferencia hay entre seguridad activa y pasiva?
La seguridad activa de un vehículo son los componentes desarrollados para evitar accidentes de circulación. Entre ellos se encuentran los neumáticos, los frenos y las suspensiones. Pero dentro de este tipo de seguridad también figuran el sistema de dirección, la iluminación o ayudas a la conducción como el control de estabilidad.
En cuanto a la seguridad pasiva, sus elementos actúan cuando se produce una situación de emergencia o un accidente y su objetivo es minimizar los daños que puedan sufrir los ocupantes del vehículo. Hablamos de los cinturones de seguridad, los airbags, los reposacabezas de los asientos…
Componentes del triángulo de la seguridad activa
Volviendo al triángulo de la seguridad activa, es muy importante conocer qué papel desempeña cada uno de sus componentes. Y no menos relevante, saber cuándo deben revisarse y sustituirse.
NEUMÁTICOS
Se trata del único punto de contacto de un automóvil con el asfalto. Si las cubiertas están muy desgastadas disminuye la adherencia y se corre el riesgo de sufrir aquaplaning –pérdida de contacto del neumático con la superficie de la vía al no evacuar el agua de la calzada–. Además, una presión baja aumenta el consumo de combustible y la probabilidad de sufrir un reventón. Y si las cubiertas están mal alineadas se reduce su vida útil.
En lo referente a los neumáticos, es recomendable poner en práctica los siguientes consejos:
- Revisar su presión –con las cubiertas frías–, al menos, una vez al mes.
- De igual manera, se ha de verificar la profundidad del dibujo. La misma no debe ser inferior a 1,6 milímetros. Y puede comprobarse mediante medidores específicos o introduciendo un euro en las ranuras de la banda de rodadura. Si el borde dorado de la moneda queda al descubierto, tocará reemplazar el neumático.
- Como dato orientativo, se aconseja cambiar los neumáticos de un coche cada 40.000 kilómetros.
FRENOS
En la puesta a punto de un vehículo, los profesionales de un servicio oficial posventa o taller de confianza se encargarán de revisar el sistema de frenos (discos o tambores, pastillas o zapatas, líquido y freno de mano). Un mantenimiento inadecuado redundará en una menor capacidad de frenada, aumentándose así la posibilidad de sufrir un accidente. Los expertos recomiendan:
- Reemplazar las pastillas cada 60.000 km.
- Cambiar los discos cada 80.000 km.
- Sustituir el líquido cada 30.000 km o al transcurrir dos años.
SUSPENSIONES
Completando el triángulo de la seguridad activa, los amortiguadores son los encargados de absorber y neutralizar las irregularidades del asfalto. Y también de garantizar que los neumáticos siempre están en contacto con la calzada. Un mal estado del equipo de suspensiones puede comprometer la estabilidad del vehículo y, por ende, la seguridad de quienes viajen en él. En este caso, es aconsejable:
- Revisar los amortiguadores cada 20.000 km.
- Sustituirlos cuando tengan entre 65.000 y 90.000 km.
28 de abril de 2024. Por Redacción Mobilitynews. Fotos: Andrea Piacquadio (Pexels).