Mensaje de WhatsApp… «Hola, Bernardo, ¿qué tal estás? En los próximos días saldrá a la venta mi nueva novela. Se titula Campus belli. El lado oscuro de la universidad y me gustaría que pudieras acompañarme en ese día tan importante para mí». ¿Cómo iba a negarme a la petición del autor de la novela, Vicente Clavero, de quien tan buen recuerdo guardaba de los tiempos en que, bajo su supervisión, me encargaba de elaborar suplementos especiales en el diario Público?
Así pues, con el deseo de darle un abrazo, me desplacé hasta la biblioteca municipal Iván de Vargas de Madrid, cuyo salón habilitado para tal fin, cual estadio Santiago Bernabéu –Clavero es un declarado madridista–, registró un lleno a rebosar. Señal de la huella que Vicente ha dejado en los compañeros que han tenido la oportunidad de trabajar con él tanto en el ámbito del periodismo como en el universitario.
‘Campus belli’: mucho más que un acoso sexual
Editado por Olé Libros, Campus belli es un libro de título revelador: sin duda, el juego de palabras elegido por el autor es acertadísimo, porque, si bien el eje central se basa en el acoso sexual que sufre una estudiante (Albania Martínez, 22 años) por parte de un catedrático (Álvaro Benavides, 68 años), en torno a ese argumento principal se desarrollan otras tramas en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) –el campo de batalla– que generan el mismo interés y mantienen al lector despierto a la espera de conocer su desenlace. Entre ellas:
- Un máster muy rentable económicamente para la facultad plagado de alumnos chinos que no saben español y causa malestar, por su baja calidad, en quienes sí hablan castellano. Un asunto que acabará investigando una becaria de El País que sueña con publicar su primera gran exclusiva en un medio de comunicación.
- La plaza de profesor titular que aspira a conseguir Teresa Carvallo, cuya comisión evaluadora provoca todo tipo de intrigas y conspiraciones en el departamento dirigido por Ignacio Vargas El Greco.
- El mercadeo de intereses en los tribunales que juzgan tesis doctorales como la de Rafael Godoy –su accidente de circulación a bordo de un Audi A3 junto al catedrático Manuel Castuera, del Opus Dei, es muy divertido–.
- La compra de votos de representantes de alumnos para que la decana de la universidad sea reelegida.
Todo ello escenificado en un contexto coral en el que interviene medio centenar de personajes y narrado en presente de indicativo, lo cual sitúa constantemente la acción, a excepción de las lógicas referencias a sucesos del pasado, en el momento en que está sucediendo. Y empleando un vocabulario selecto que enriquece el contenido junto a onomatopeyas que conforman la particular banda sonora de la obra.
Detallista, costumbrista e irónico
Más allá de las distintas tramas –magistralmente hilvanadas y que, como decía, enganchan hasta el final–, Campus belli me ha sorprendido gratamente por el estilo detallista y costumbrista de Vicente Clavero. Así, entre otras descripciones, me ha parecido muy original su forma de referirse a los clásicos BIC Cristal: bolígrafos baratos con el alma a la vista –a propósito, mis favoritos junto a las plumas Pilot V-pen que heredé del gran Diego Areso, en su día jefe de Diseño en Público–.
Asimismo, en Campus belli figuran referencias relativas al séptimo arte, la literatura, la política, la religión –presente en obras anteriores del autor–, la monarquía –la ironía es patente al mencionar a Juan Carlos I y Felipe VI–, la ayuda a personas con necesidades especiales o la arquitectura brutalista –justo ahora que se cumplen 50 años del Búnker, el edificio de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM–.
El periodismo, muy presente en la novela
Si bien es cierto que la universidad es la gran protagonista de Campus belli, el periodismo, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta la trayectoria de Clavero, también está muy presente: desde las reuniones de Redacción en El País hasta la evolución del tratamiento de la información en función del soporte (impreso o digital), pasando por los guiños a periodistas veteranos que siempre tienen un consejo para el becario de turno o la transformación de las redacciones (antes bulliciosas y en las que se jugaba al póquer; ahora, asépticas, silenciosas y enfocadas en el SEO).
Un libro crítico y ameno que invita a reflexionar
Profesor asociado de la UCM durante varios años, Clavero, mesurado pero sin disimular su parcialidad e indignación, deja claro que “Campus belli es una obra de ficción y tiene un subtítulo (El lado oscuro de la universidad) que, inevitablemente, remite a un lado no tan oscuro. Y aunque no hay que tomársela al pie de la letra, espero que su lectura deje una serie de reflexiones y sensaciones que sí se corresponda con la imagen que intento transmitir en el libro”.
Una novela que publica ahora que ya está jubilado y alejado de la tarima de las aulas. Situación, por cierto, a la que alude indirectamente en su obra cuando fija la atención en el librero de la universidad: «Durante mucho tiempo se especuló con que estaba escribiendo una apasionada novela sobre la facultad. No hay nada de eso. Meterse en semejante jardín sería una locura. Si acaso ya lo hará cuando se jubile y sea libre para decir lo que quiera».
Particularmente, Campus belli me ha encantado. Más allá de la reacción que provoque en los profesionales del ámbito universitario que lean el libro –cuyas tramas están inspiradas en experiencias que ha tenido el autor o relatadas por personas que le merecen la máxima confianza–, la novela, efectivamente, invita a reflexionar sobre la gravedad de los asuntos expuestos a través de una narración precisa, amena y, como se constata en diversos pasajes y al final de la misma, también divertida.
Además, la quinta novela de Vicente Clavero tiene relación con la movilidad, de ahí que esta reseña tenga más sentido si cabe en Mobilitynews: los personajes están en continuo movimiento, se citan modelos de automóviles y se aborda (¿o zanja?) un dilema: taxi o VTC, he ahí la cuestión…
1 de diciembre de 2024. Por Bernardo Valadés.